Solo los ojos hablan
y el corazón recibe;
no
hay lenguas enredadas
ni susurros,
solo
emociones que dibujan
ecos de silencios.
Mudez azulada
que
ata un verso de amor limpio,
no
hay oraciones
ni voces que increpan;
solo
el brillo tenue
de lo que no se ha
dicho,
y un
suspiro añil
en el que me eternizo.
Se
desvanece
lo fugaz en el bullicio
mientras
el alma se abriga
con
anhelos perpetuos.
Se
abrazan la fragancia
de la nada y el todo
en la intimidad
latente de este
silencio.
Libro Sendero de latidos.
"Liszt Llevó una profunda tristeza en el corazón que de vez en cuando dejaba estallar en sonido"